El centro de nuestro carisma es: El seguimiento de Jesucristo desde la experiencia de la paz. Por ello asumimos como propio el trabajo por la paz (Cfr. Mt 5,9).

Nos consagramos a Dios para aquilatar la paz en el corazón y así poder contagiarla a muchos por medio de la oración, de la ofrenda espiritual, así como por medio de la acogida a quienes nos visitan y en el encuentro con las personas que participan de los eventos que programamos y llevamos adelante.

Jesucristo es nuestra paz, con Él lo tenemos todo: ese es nuestro sencillo testimonio.  Fruto de esta paz interior es que brota una vida nueva y una fe viva.  De esta manera buscamos llevar paz y trabajamos para hacernos paz para el bien de muchos.

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